martes, 14 de junio de 2016

Capítulo II: Quemar las naves

Creo que disfruto el "quemar" las naves.

Encender el fósforo y dejarlo caer en el chorro de combustible que en cuestión de segundos se convertirá en un luminoso camino de destrucción que arrasará con todo lo que encuentre a su paso.

No hay nada que se tenga (o se deba) rescatar. Aún aquellas cosas valiosas que nos ayudaron a llegar hasta nuestro destino tienen su lugar en el fuego.

Pero, ¿qué significa quemar las naves? 

De nueva cuenta, Axnubia se encontraba divagando en sus frecuentes soliloquios. Una fotografía de los "buenos tiempos", había sido la causa por la que nuevamente hurgaba en los escombros del pasado. 

Intentó olvidar. Pero al cerrar los ojos, su mente le reveló claramente la imagen de las naves ardiendo. El aire huyó se su cuerpo y una aguda punzada se clavó hasta lo profundo de su pecho.

-A pesar de todo, los fantasmas del pasado siempre encuentran la forma de lastimarnos-, pensó en voz alta mientras intentaba recobrar el aliento (y quizás, la cordura).

Había sido una sensación desagradable, pero nada comparado a las veces en las que se habían burlado de su forma de ser. O en las que le escupieron a la cara. O cuando le traicionaron, amigos o amores.

Tal vez el pensar todo eso le ayudó a recuperarse más rápido e involuntariamente, le motivo a regresar a los escombros del ayer. Grande fue su sorpresa al encontrar algunos tesoros que habían resistido el paso del fuego. 

Axnubia entendió que pese a todo, existen cosas que nunca perderán su valor en nuestra vida, por lo que decidió rescatarlas para intentar recomponerlas en su presente.

El resto de los hallazgos, de nueva cuenta, formaron un bonito incendio que Axnubia disfrutó con una sonrisa mientras sus sentidos regresaban al presente. A su realidad. A su nueva nave.

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