sábado, 5 de noviembre de 2011

Mi cuerpo es mío y sólo yo sé con quien compartirlo

La ciudad es una puta que nos espera todas las noches para consolarnos con su amor arrabalero…Y en algún momento de nuestra vida, todos sucumbimos a ella con un irrefrenable placer que embarga nuestro ser por un poco de tiempo, retornando a la realidad con un dolor más intenso al descubrir que lo único que encontramos de nuestra amada…es su ausencia.

Así pasa con la mayoría de nosotros; en el momento en que descubrimos como nos hemos corrompido con tal de no quedar rezagados de nuestro entorno, nos engañamos con la idea de que es imprescindible compartir nuestro cuerpo, incluso con desconocidos, olvidando la importancia de nuestra identidad. Pero muy en el fondo, guardamos lo que en realidad apreciamos, nuestros sentimientos.

Y no busco infundir principios de moralidad en nuestros días, tampoco es mi intención criticar o juzgar, simplemente, busco encontrar la razón del porqué nos prostituimos por tan poco… ¿O es quizás nuestro instinto de burdel lo que nos hace olvidar el corazón para conseguir satisfacer nuestra sexualidad?

¿O acaso nos hemos vuelto tan fríos como para congelar nuestros sentimientos hacía la persona amada, hasta el extremo de negarle la entrada a nuestra existencia?
Esto puede convertirse en un tema incompleto, debido que le falta una respuesta…
Respuesta, que alguno de nosotros podríamos disipar.

Serrat canta “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido y nada más amado que lo que perdí” y por más etéreo o impalpable que una relación pueda llegar a ser, nunca debemos olvidar que en nuestra vida no todo es el placer carnal, también contamos con un mundo en donde la fantasía y la realidad se funden para crear un cenit que todos podemos llegar a conocer…

Aunque sólo sea por un momento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario