Esta noche, la luna coquetea un poco con los fantasmas de la melancolía…el alcohol ha sacado su lado valiente y las penas se quedan guardadas en el diván del pasado.
Las buenas costumbres están recluidas en sus celdas mientras la armónica libera miles de sonidos…tan efímeros y a la vez tan permanentes que poco a poco logran excitar sus sentidos. Sólo se dedica a vivir este momento, a retener su presente, mientras se burla de la tristeza y poco a poco se libra de los recuerdos del ayer.
Y con el resguardo y la complicidad de la luna, busca unos labios que satisfagan el placer etéreo, aquellos ojos que le inciten a pecar junto a esas manos tímidas que provoquen mil sensaciones en su piel.
¡Pues sólo ella sabe la verdad! Ella sabe muy bien que la decadencia no es un defecto, sino una virtud.
Y entre cerveza y cerveza, el sudor le hace recordar que sigue con vida, que en ese mundo de fantasía en el que ella ha decidido residir las quimeras no han perdido su vigencia, pese a la opinión de la gente que le rodea.
Pues esta noche, la locura es una espectadora más que le recuerda que aún no ha pasado de moda mientras brindan a su salud por su felicidad etérea, mientras ríen con una sonrisa desinhibida, llena de una euforia descontrolada.
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