Me cansé de esperar ser importante para ti, mujer. No tienes por qué disculparte.
Ya que la persona que creía que enloquecía mi existencia y alentaba mi esperanza se ha vuelto sólo una fantasía difuminada por el dolor y las lágrimas.
Porque aprendí que las quimeras son sólo realidades ficticias que nos ayudan a olvidar las desgracias.
Ahora todo está claro, mujer. No tienes por qué disculparte.
Ya que este hombre fue quien cometió el imprudente error de enamorarse y se ha dado cuenta que la soledad puede ser una amorosa compañera y el alcohol un gran consolador para las noches en pena.
Comprendí que sufro de locura, pues todas las noches buscaba bajo la luz de la luna a esa chica que con su sonrisa y su piel de melocotón fuera capaz de provocar en mi cuerpo tantas emociones distintas en un solo instante.
A aquella mujer que convertiría nuestra vida en una fábrica de fandangos y fiestas.
Pero la realidad regresa como un golpe, mujer. Discúlpame ahora soy un poco cortante. A veces olvido que sólo convivo con el recuerdo de un fantasma distante.
Tal vez también quisiste buscar a ese hombre que cambiara tus penas en baile, y mejor así y ahora, pues la vida es corta y no tarda mucho tiempo en convertirse tan sólo en un instante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario