Qué difícil es desaparecer a los fantasmas del pasado. Aquellos que buscan despojarte de tu libertad a costa del remordimiento, y que además, juegan cruelmente con tus sentimientos cuando la neblina de las dudas empieza a disiparse de tu mente y la luz de una sonrisa empieza a vencer la obscuridad que produce el dolor.
¿Cuál es su propósito? Muy sencillo; Hacerte sentir como un muñeco de trapo al que pueden mangonear a diestra y siniestra, con el único fin de divertirse con la desdicha ajena.
Y en este patético espectáculo, las lágrimas y el desconsuelo son los invitados de honor en el banquete de la desdicha.
Es así como esta legión no nos permite cerrar ciclos, reabre las heridas que más nos duelen y evitan desesperadamente que podamos cerrarlas, para que el coraje y la desesperación hagan acto de presencia en el juego y la felicidad y el optimismo se conviertan en bromas macabras que terminen por extinguirse en un abrir y cerrar de ojos.
Nunca se limitan al contemplar la realidad de nuestra existencia…Descubren lo podridos que estamos por dentro al no tener el valor de exorcizar nuestro propio sufrimiento, y se burlan de nosotros cuando hacemos mierda nuestro futuro y nuestro presente porque tenemos miedo del pasado.
Y es así como día tras día, hora tras hora, minuto a minuto, nuestra existencia se llena de nuevos huéspedes que buscan destruirnos de la manera más lenta que encuentren, por el simple gusto de divertirse.
Ahora, sólo quisiera preguntarte ¿Hasta cuando vas a dejar que los fantasmas del pasado decidan tu presente y destruyan tu futuro?
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